jueves, 8 de agosto de 2013

Remedios naturales para manchas en la piel

Las manchas de piel son mucho más comunes de lo que pensamos, el origen de la misma es un exceso de melanina, que habitualmente se tiene en la piel de forma homogénea, pero que puede acumularse en un lugar formando esas manchas. Los principales factores para esto son: tomar el sol, la edad, que venga de familia, por estar embarazada o tomar anticonceptivos.

Remedios naturales para manchas en la piel

Hay muchos remedios caseros para poder quitar las manchas de piel, que es un problema que tiene solución, como son los siguientes:
  • El limón: a causa del ácido cítrico puede hacer que desaparezcan las manchas, al igual que deja más tersa la piel. Podemos hacer un poco de zumo e ir poniéndolo en la piel con un algodón de desmaquillar, poco a poco, bien sólo en la zona deseada como en toda la cara. De este modo, si lo dejamos en la cara al menos media hora al día, seguro que vemos resultados. Os aconsejamos antes de dormir.
  • La leche: de esta misma forma la leche también es una buena forma de quitar esas manchas de la piel, lo que pasa es que en este caso, aunque os aconsejamos el mismo tratamiento de el limón, pero sólo en las zonas que queréis, no en toda la cara.
  • El aloe vera: es cierto que es muy bueno para casi todo, pero en concreto para este problema es muy bueno, podemos utilizar o bien una crema con esta sustancia, o si tenemos la planta en la casa, no está de más cortarla y aplicarla un rato en la piel.

Prevención ante las manchas

Lo primero es que si somos propensas a tener manchas lo que tenemos que hacer es tener mucho cuidado con el sol, por eso utilizar una crema con mucha protección y si podemos no estar tomando el sol de manera continua.

Beneficios que tiene tomar cerveza para la salud

Beneficios que tiene tomar cerveza para la salud. Además de levantar los ánimos y calmar la sed, tomar cerveza tiene varios beneficios para la salud, ya que ayuda a prevenir varias enfermedades, de acuerdo con un medio internacional. Claro si se ingiere en cantidades moderadas, es decir, entre una o dos cañas para las mujeres y entre dos o tres para los hombres.

Un informe elaborado por la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial y el Centro de Información Cerveza y Salud expone diez razones saludables para disfrutar la bebida:
1) La cerveza está formada en un 93% por agua, lo que contribuye a la hidratación, algo muy esencial para los que padecen hipertensión arterial.
2) Tiene una concentración muy baja de sodio, un elemento que en exceso puede provocar desde derrames cerebrales a problemas renales. La Organización Mundial de la Salud recomienda ingerir no más de dos gramos diarios. Una caña cuenta con nueve miligramos de sodio.
3) Según los científicos, la cerveza contiene altos niveles de potasio y por lo tanto produce un efecto diurético.
4) Las personas hipertensas que no toman cerveza corren más riesgo cardiovascular que las que realizan un consumo moderado de cerveza.
5) Aumenta el colesterol ‘bueno’: la cerveza y el vino pueden aumentar el nivel de lipoproteínas de alta densidad que son capaces de retirar el colesterol de las arterias y transportarlo de vuelta al hígado para su excreción, lo que ayuda a evitar enfermedades como la arteriosclerosis.
6) Es rica en la vitamina B, que es esencial para el sistema nervioso y la regeneración de las células
7) Los minerales que contiene, como el silicio, magnesio o fósforo, ayudan prevenir o retrasar las enfermedades óseas.
8) Los citados minerales también disminuyen los riesgos de enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer.
9) El consumo responsable ayuda a mejorar los síntomas de la menopausia. Diversos estudios científicos han demostrado que el consumo de fitoestrógenos naturales, presentes en algunos de los ingredientes de esta bebida, puede llegar a retrasar la menopausia en unos dos años.
10)  Dados los antioxidantes naturales que contiene, tomar una o dos cañas al día reduce los fenómenos oxidativos, responsables del envejecimiento.

¿Por qué algunas personas engordan y otros no?

Hombres y mujeres, jóvenes y adultos, activos y sedentarios… El metabolismo es diferente en cada persona y de él depende nuestra capacidad de perder peso. El metabolismo depende de varios factores como el peso, la altura, el sexo, y la edad de las personas, variables que a la vez influyen en la cantidad de músculo que tenga nuestro cuerpo.


La grasa corporal es un órgano frío que como no hace gran cosa, en comparación al músculo, requiere poca energía. El músculo, en cambio, es un órgano caliente (como sugiere el rojo intenso que lo caracteriza, a diferencia del tono blancuzco de la grasa), que tiene más exigencias, requiere más energía y hace que el metabolismo basal sea más alto. Un cuerpo con mayor porcentaje de masa muscular en relación con la cantidad de grasa que tiene, quema más calorías sin moverse que un cuerpo más “fofo”, que tiene más grasa y/o menos masa muscular.
Esto explica por qué a las mujeres les cuesta más bajar de peso que a los hombres. A diferencia de los hombres, ellas acumulan grasa extra en las caderas y cintura que está destinada a funcionar como fuente de energía para el bebé durante el embarazo. Al tener una mayor proporción de grasa que de músculo, su metabolismo es más lento y queman menos calorías.
Hasta los 25 años, una mujer sana tiene hasta un 22% de grasa en su cuerpo. A partir de entonces, el porcentaje sube progresivamente hasta superar el 31% después de los 60. En el hombre, el porcentaje aceptable de grasa pasa de 15% hasta los 25 años a un 23,5% pasados los 60.
El paso de los años
Uno de nuestros grandes problemas a la hora de evitar el sobrepeso es que el cuerpo va perdiendo naturalmente músculo a medida que envejecemos. De la misma manera, con la edad crecen los depósitos de grasa.
Menos músculo y más grasa equivale a un metabolismo menos activo y a un menor gasto de calorías. Éste es un mecanismo de “defensa natural” del cuerpo frente a la falta de comida que heredamos de nuestros antepasados. En el pasado, las personas que envejecían tenían menos posibilidades de procurarse alimento cazando animales, tarea para la que se necesitaba mucha destreza física. Al tener un menor acceso a la comida, el cuerpo de las personas que envejecían debía adaptarse para conservar más energía, es decir, para acumular más grasa. De esta manera, la grasa tenía más utilidad que el músculo a la hora de asegurar la supervivencia.
Si somos sedentarios y ya pasamos los 30 años, nuestro cuerpo empieza silenciosamente a quemar cada vez menos calorías. Por esta razón, aún cuando no aumenta mos la cantidad de comida que incorporamos, engordamos casi sin darnos cuenta. La cosa empeora si vamos agregando cositas a nuestra alimentación cotidiana.